A pesar de su popularidad, la Erica gracilis es una planta originalmente procedente de Sudáfrica aunque también puede encontrarse en Canarias y otros espacios menos cálidos de Europa. Sin embargo y a pesar de este detalle, es una especie sumamente versátil y puede ser cultivada, incluso, en climas con heladas moderadas. Aunque se engloba en la categoría de los arbustos, no es la elección ideal si buscamos arbustos de crecimiento rápido para cercos: aunque crece rápido, el tamaño que puede llegar a alcanzar no supera nunca los 40 centímetros. Una talla modesta en la que se concentra la espectacularidad de una floración otoñal y generosa.
Vistas estas pinceladas sobre cómo es, nada como saber cuáles son los cuidados de la Erica gracilis. Una planta con unas necesidades muy específicas que, sí o sí, debemos cumplir por su bienestar.
5 CUIDADOS DE LA ERICA GRACILIS
Aunque es lo más llamativo, la belleza de su floración no es la única razón para incluirla entre nuestras plantas de exterior. Al margen de lo estético, la Erica gracilis cumple un papel fundamental ya que es un auténtico imán para las abejas, que encuentran en sus flores un bocado delicioso. Por ello y si nos planteamos cómo atraer insectos polinizadores al jardín, este arbusto es un auténtico imprescindible.
Al margen de este detalle y retomando esa versatilidad de la que hablábamos, es interesante saber que para velar por su longevidad lo ideal es cultivarla en maceta. Y no solo eso: si bien es una planta que se encuentra fundamentalmente fuera de casa, también puede ser cultivada como parte de nuestras plantas de interior.
1. Buena luz pero sin sol directo, el punto de partida
Para poder florecer en condiciones, la Erica gracilis una buena iluminación. Algo que, sobre todo si la cultivamos en interior, es importante. Sin embargo y a pesar de sus necesidades de luz, no le sienta demasiado bien el sol directo ya que puede deshidratarse. Por eso y sobre todo si la tenemos plantada en suelo, lo ideal es buscarle una ubicación de semisombra.
Si vivimos en un clima cálido, plantarla en sombra será todavía más recomendable para su bienestar.
2. Suelo ácido y con buen drenaje, dos detalles vitales para la Erica gracilis
Dado que es una planta rústica, podemos caer en el error de creer que puede crecer en cualquier parte. Y no, no es así. La Erica gracilis demanda un suelo ácido para poder desarrollarse en condiciones, por lo que es fundamental plantarla en un sustrato para plantas ácidas. De no hacerlo, tendríamos que acidar el terreno de forma mensual con hierro.
Pero tan importante como el sustrato es conocer las características del suelo. La Erica gracilis necesita un drenaje eficaz, ya que sus raíces se resienten ¡y mucho! del exceso de agua. Por eso, es importante añadir uno de los tipos de sustratos para plantas que nos facilitarán evitar encharcamientos: la perlita. Mezclada con el sustrato, favorecerá que las raíces de la planta estén correctamente aireadas.
Si la idea es plantarla en suelo y el suelo es arcilloso, es mejor que nos decantemos por la maceta. Nuestra planta puede resentirse y llegar, incluso, a comprometer su salud.
3. Riego moderado y frecuente, la clave de su cultivo
Es, sin duda, el cuidado de la Erica gracilis más delicado. Y nada como entender sus necesidades para comprender cómo debe ser exactamente su riego. Hablamos de un arbusto de raíces finas, que demanda tener el sustrato siempre ligeramente húmedo, y que no tolera ni la sequía ni los encharcamientos.
¿Cómo debe regarse entonces? Si está plantado en maceta, lo ideal es hacer un riego por inmersión del cepellón cada cierto tiempo y controlar de manera regular la humedad del sustrato, comprobando cómo está el sustrato más allá de la superficie. Si está plantada directamente en el suelo, comprobaremos la humedad antes de volver a regar.
Otro detalle importante es que reguemos siempre con agua no calcárea, o con agua de lluvia.
4. Abonado en primavera, una ayuda en su crecimiento
Es un cuidado ocasional y no debemos abusar de él. En líneas generales y por sus orígenes naturales, la Erica gracilis no necesita abonado. Sin embargo, aplicarlo al comienzo de primavera será clave para ayudarla en su crecimiento.
Lo ideal es utilizar un abono para plantas ácidas líquido, que podamos diluir en el riego para procurar que las raíces absorban correctamente los nutrientes.
5. Plagas, un problema ocasional en la Erica gracilis
En líneas generales, la Erica gracilis es resistente a las plagas y enfermedades. En climas secos con poca humedad ambiental y en plantas con cuidados deficientes, pueden aparecer ácaros y cochinillas si bien no es lo habitual. En caso de hacer acto de presencia, lo ideal es aplicar insecticidas específicos cuanto antes.
Más que las plagas, el principal enemigo de esta maravillosa planta son los excesos de riego.
Y con estos cuidados sencillos, no cabe duda de que nuestra Erica gracilis llenará de color y de flor el otoño. Un regalo de la naturaleza que merece la pena disfrutar.